sábado, 1 de diciembre de 2018

Mitad Real/Mitad Papel


Veo la hora, pasan solo minutos.
No logro desvanecer tu rostro.
Tú voz retumba en mis oídos.
Tú sonrisa está clavada en mi mirada.
Veo la hora, pasan solo segundos.
Siento el roce de tu cabello en mis dedos.

Tú andar hace temblar mi ser,
y anclo mi mirada con la tuya.

No corras tiempo, por favor.
Párate. Deja eterno este momento.
Congela todo, envuelve este instante.
Otorga el beneficio de lo que perdura.

No vueles tiempo, por favor.
Que nunca amanezca, que se quede.
Ahora está aquí, mañana no lo sé.

Veo la hora y ya es tarde…
Te has ido.
Solo me queda la imagen del rostro.
Mitad real y mitad papel.




sábado, 6 de octubre de 2018

Estás Loco


Cada vez que lo intentaba, cada inscripción e incluso en la línea de salida. ¡Estás loco! Son dos palabras que por costumbre repito. ¿Por qué lo hago? O más bien la pregunta más importante que me formulo es la que todos los que practicamos deporte y decidimos probarnos nos la hacemos: ¿Qué Necesidad? Y si, una letra mayúscula para remarcarla, que, sin ser un nombre propio o un país, en ese momento representa para mí más que un continente e incluso mas que toda la vía láctea. Estas palabras retumban en mis nervios y me hacen temblar mientas tirito de frio antes del amanecer, sabiendo que me espera un día muy largo. Respiro, tanto mi miedo como el miedo de ese otro u otra valiente parado a mí lado, sufriendo lo mismo. Nos miramos y asentimos y solo logro ver el vaho de su aliento que exhala como una llama de un dragón en pleno vuelo.

Pero, y de antemano les pido una disculpa, inicié por el final. Llegar a la línea de salida de cualquier evento o competencia deportiva es eso el final y la consecuencia de meses de acciones. Su inicio es mucho antes.

Todo inicia con una inquietud. Y me refiero a no estar quieto, para algunos podría ser motivado por bajar de peso, otros un cambio de hábito y para algunos el simple hecho de intentar algo que nunca habían hecho. Hacer algo por primera vez. ¿cuándo fue la ultima vez que lo hiciste? Ahora si creo que puedo ir en orden y tratar de plasmar lo que es en realidad tomar una nueva decisión, llevarla al final y cambiar tu vida para siempre. Todo y cualquier motivo para vivir esto es valido y para los que lo hemos hecho, cruzar la primera meta es una foto tatuada en nuestra alma. Es un jubilo que arrasa con todo momento de sufrimiento y malestar vivido en el proceso y es tan bondadoso que no distingue en distancias o en deportes. Si, aplica a todo.
No obstante, siendo un deporte y para casi todos, sino que para todos lo que leerán esto, nos educa y nos moldea en nuestras actividades profesionales. Por poner un ejemplo y en mi caso particular mi primer Iron Man me enseño a marcarme metas cortas, no pensar en el final desde el principio. Segmentar mi mejor resultado en una serie de aun mejores resultados que te harán sentir una poderosa satisfacción indeleble al tiempo e incluso a cualquier derrota.  

Así podemos garantizar que el sacrificio valió la pena y no me refiero al día de la competencia, que como lo mencioné antes es solo la consecuencia de varias acciones. Este es el resultado de muchos sacrificios.

Creo que ahora si voy llegando al tema medular: al Sacrificio (Notar que otra vez uso mayúscula) Lo más relevante de esto es que lo decidimos por voluntad propia, nadie nos obliga a imponernos esta serie de metas que implican esforzarse e incomodarse. Queremos llegar a algo. ¿A qué? Muchas veces ni siquiera tenemos noción, mas sin embargo el deseo de podernos colgar la medalla al cruzar la meta es muy adictivo. Decidir correr un maratón, hacer un triatlón o nadar en aguas abiertas requiere de sacrificar cosas, si hay que entrenar mucho, llevar una rutina y probablemente dejar por un tiempo las desveladas o pararse temprano todos los días.

Nuestros antepasados sacrificaban algún animal para pedir alguna recompensa o expiar pecados hechos. Este sacrificio no es diferente tiene su recompensa y es muy grande. Cada uno que lo haya hecho de seguro sabe que ganó y te garantizo que todo aquello que en el proceso sacrificó no aparece en su lista de perdidas.

Te invito a que seas de este selecto grupo de sacrificadores, que tiene muy claro que fue lo que ganó, que, no obstante, el sufrimiento, deshidratación, calor y muchos más malestares, no nada más no lo dejará, sino que está ansioso por vivirlo otra vez.

Esta no es una guía practica de como lograrlo, para ellos hay entrenadores capacitados, esto es solo un mínimo intento de expresar que vas a sentir si lo haces. Hazlo.

domingo, 29 de julio de 2018

Me repartes un recuerdo, ¡por favor!


No era tarde, tampoco temprano. No tanto para salir corriendo de mi casa con el temor a llegar tarde y ganarme otra vez una llamada de atención. Cabe mencionar que, con mi ya casi habitual impuntualidad, estoy rozando el límite y en una de esas me echan a la calle con todas mis cosas, si es que estas “cosas” pueden llamarse así y acceder a esa categoría, ya que mis compañeros mas bien las llaman porquerías. No todo en mi trabajo es malo, hay días que para despertarme trato de visualizar esas escasas cosas que podría decir como buenas, pero reflexionando un poco más, termino solo con cosas menos malas y hasta aquí termino con eso.

Mas bien escribo estas palabras para hablar de otra cosa, la verdad no sé por qué mi impuntualidad y mis cosas serían tan relevantes como para ser el inicio de este relato, pero ahí están y no pienso borrarlas aun que mi mente tan alocada insista en hacerlo. Me pasan mucho este tipo de cosas. Pretendo hacer algo, pero mi cerebro me juzga y en ocasiones me gana, otras no.  Detesto cuando me gana, ya que la razón es cosa seria, estoy tan seguro de que mi cerebro no se divide en hemisferios, como los que saben lo dicen, mas bien yo creo que está separado por lo serio o solemne y lo no serio o coloquial, así de fácil y sin tanta cosa. Me queda claro que la división lógica sería mitad y mitad, pero en mi caso, y creo que en muchos más casos de los que la gente sabe o quiere saber, es ochenta veinte. Ósea, me explico mejor aclarando que ochenta por ciento lo no serio y veinte por ciento lo serio. No al revés como tal ves pensaron que estaba apuntando. No me desvío y les explico a dónde quiero llegar con lo de mi cerebro, la idea es que me entiendan las batallas que mi parte seria tiene que librar, con esa minoría a logrado que lleve una vida rutinaria, ya saben lo típico como estudios, trabajo y pagar la cuentas, pero hasta ahí…. Eso de aceptar cabeza y tener esposa e hijos no le basta, para ello creo yo que mínimo con el treinta. Soy joven aun así que no descarto nada (aclaro que esto último no lo escribí yo).

Recordaba las cosas buenas de mi trabajo, ahí es donde quiero llegar y por una u otra razón solo me desvío, han de pensar que soy un desastre y no tengo idea que escribir y solo ando redondeando frases para hacerme el interesante, aunque les confieso que algo hay de eso. En realidad, todos nosotros lo hacemos. Solo tecleamos y tecleamos cosas para que el conteo de palabras que nuestro aliado y querido Word nos marque y así poder presumir las miles de líneas y palabras que escribimos. Por favor no me juzguen aún, solo esperen y veamos si logro llegar o no, les adelanto que la mayoría de las veces no llego.

¿Ya les platiqué de mi nuevo trabajo? ¡No, verdad! Tantas palabras y no le dije eso… en serio que soy malo en esto. Bueno pues soy repartidor de recuerdos. Si exacto: de recuerdos, leyeron bien. Y por si no saben que es un recuerdo, pues es todo aquello que guardamos en nuestra memoria que no nos acordamos y dejamos ahí guardado en la parte seria. Almacenado y ocupando lugar que impide espacio para más. Por eso al recordarlo lo ponemos en estado neutral desocupando lugar y dejándonos pensar un poco más serio. No me mal entiendan, yo soy el primero que deseo que mi parte seria esta retacada hasta no poder pensar más, pero al final las cosas no funcionan así y nada que hacer con ese tema. Pero como mi trabajo no es aleccionar a nadie y ni pretendo hacerlo voy a dejar de hablar de esto y mejor les cuento más de mi trabajo.

Como yo somos varios, mas bien lo fuimos y como tal ahora nos encontramos en este estado neutro. Podemos ver cosas que ustedes no. Tal vez con esto y con su buena memoria regresan al principio y se cuestionan quien ese ese jefe por qué se requiere puntualidad. Pues se lo aclaro fácil: es un trabajo. Todos tienen horario y jefe. Bueno obvio algunos si eres muy afortunado no.  Mi jefe a su vez tiene otro jefe y así sucesivamente hasta llegar a quien sabe dónde.

Mi problema es que tengo el sueño pesado. Siempre tuve allá y ahora lo he tenido aquí. Ese es mi gran defecto y la razón principal del por que me hallo en este estado y en este trabajo. Lo que me reclutaron están muy al tanto de quienes podemos ser parte de este leal escuadrón de recordantes profesionales desde que fuimos usuarios del servicio. Y, yo si lo fui y por muchos y muchos años. Mi problema y disculpen si soy repetitivo (llevo 828 palabras… son pocas.) es que mi sueño pesado me metió en tantos problemas de los que me era difícil salir hasta que el último no salí más dejándome hasta aquí. No es que era muy activo como para quedarme dormido donde fuera, la realidad es que mi cuerpo era pesado. No por el tamaño, nada más me costaba trabajo moverlo de más. Y mis parpados era los mas pesados, mantenerlos abiertos era un verdadero reto. Y así podría quedarme dormido en cualquier lugar ante cualquier situación. Lo bueno de llevar una vida con más horas de dormir de las que están destinadas es que la parte seria del cerebro está mas activa, aunque les suene incongruente así es ya que dormidos no pensamos en tonterías ni locuras solo soñamos pedacitos de lo que recordamos de lo que tal vez vivimos. Yo dormía mucho y vivía poco, así fue como se me paso la vida y no viví poco, más bien dormí mucho. Disculpen la redundancia, pero si es importante aclarar esto, y si eres de los que duerme mucho y vives poco como yo, pues ya sabes que después puedes aspirar a este trabajito y si eres de los que duerme poco y vives mucho, pues felicidades.

Cada cosa tiene un motivo, mi cosa como la de ustedes también y si me escondo para escribir esto mas vale que sea aprovechado y logre explicar por que pasa lo que pasa cuando de repente y así de la nada nos viene a la mente algo que pasó o pudo pasar. Verán este trabajo es constante, solo que nos dividimos por turnos para poder descansar. Es lógico que un grupo de dormilones lo requiera ¿no creen? No éramos precisamente atletas…  Bueno ven, ahí me desviaba otra vez. No llevo mucho tiempo en esto y con exactitud me es difícil saber cuánto, aquí contamos diferente. Cambié hace poco, ya que soy de los mensajeros jóvenes y con poca experiencia. Lo bueno es que me tocó un gran tutor quién, además de ser condescendiente con mi impuntualidad, me explica con calma bien esta labor para no causar algún mal recuerdo innecesario. Por que los malos recuerdos duelen y si algo me quedó claro de cuando sentía, era lo desagradable del dolor. Es peor causarlo que sentirlo, si eso lo tenemos claro desde allá, seremos mejores mensajeros. Y si  tenemos que hacerlo es por que era necesario y ese dolor tenía que ser sentido, y así las cosas.

No era tarde ni temprano, pero ya por andar perdiendo el tiempo en esto se me hizo tarde, otra vez. De verdad que mi mente, que es ahora lo único que me queda, divaga y se va y viene. Como deseo poder dormir mas y así no estar pensando en tantas tonterías. Me espera un regaño eso es claro, más bien me espera otro regaño a manera de llamada atención. No crean que soy uno de esos descarados que saben que hacen mal y no les importa. Este trabajo es bueno y no quiero perderlo. No creo que se de las cosas que puedes perder. Además, es bonito ver los rostros de la gente que recuerda, y como dice mi tutor: recordar es vivir de nuevo.

No me olvides.



lunes, 2 de abril de 2018

Ustedes





¿Qué hacías ahí Aislada del resto de la gente? Escondida como si cometieras un delito, imprudente. Siento tu tristeza que pasa volátil por lo que era yo. Te veo, vestida de negro y escondida tras un árbol, odiabas ese color; estas más rubia que antes, tu cabello cuelga hasta tu cintura. El dolor intenso de tus ojos me deslumbra y al igual que el sol nubla mi vista.

Ahora y desde aquí me es más claro y bendigo todos los momentos que pasé a tu lado. No te molestes, pero también bendigo los que no. Esa tarde marcó mi vida allá y ahora señala el camino a seguir aquí. Te agradezco por haberte quedado toda esa tarde ahí, por faltar a tus clases es día y los demás y más aún por venir y seguir ahí parada, alejada del resto de la gente, por ese dolor que sientes; que llega a mi como ráfaga de luz. cada lágrima tuya es un balazo a mi alma que no se perfora, las contiene como marcas que me abarcan todo. No llores, por favor. ¿No ves que estoy bien? No me pierdes quizá ahora me ganas más que antes… más que nunca. Tengo la impresión de que te veré más, viviré en ti cada día que recuerdes esas tardes juntos y sepas que ahora tus memorias no son compartidas, no correrás ya nunca el riesgo de lastimarte al encontrarte conmigo, sabiendo que me debo a otra y a otros. Piensa, siente que estoy en tu mente y corazón. En lo que queda de mi estás, plasmada, pegada. Manchas indelebles que vuelan conmigo. Llegan como descargas eléctricas a mí y se esparcen, remedian mi dolor. Son analgésico para el alma y sedante para el dolor de verte desde aquí sabiendo que para mí ya no hay regreso. Tenme ahí, en ti. Contigo. Tú estás aquí, donde vaya, irás.


Ustedes los vivos creen que todo lo que se hace, goza y sufre se desvanece. También que la mayoría de las situaciones se olvidan y las borra el paso del tiempo. Como si las horas fueran poderosos torrentes de mar, chocando con la superficie, desgastando las rocas. Pues no, no son borradas. Ahora aquí te lo confirmo. Solo no las puedes ver estando en ese plano. Se esconden tras una cortina. Un escudo que nos protege de tantos recuerdos que nos dañan, o nos llenan de un gozo enfermizo. Una barrera que tapa nuestra vista, permitiendo solo mirar hacia el frente, y nunca más hacia atrás; por ningún motivo hacia los lados. Ahora recuerdo todo, una gran muralla labrada de recuerdos y sentimientos. Llena de todo aquello que quedó por detrás y a los lados. Lo que no vi y no escuche. De mis actos vergonzosos que hice y que pretendí olvidar. Todas las palabras salidas de lo que era mi boca que dañaron y todas las palabras de los demás hacia mí, que nunca escuché, más sin embargo existen.