¡Haz la paz con tu vida!
Vi un post en alguna red
social ¡qué tontería! Pensé. Pues claro si yo hubiera tenido un papá rico, otra
vida hubiera sido. Tantos años de sobarme el lomo trabajando… ¿de qué paz
hablan? Claro también si no hubiera conocido a esa mujer que me quitó los
mejores años de mi vida, ¿cómo no me case con juanita mejor? Me lo habría
preguntado mil veces los últimos años. Paz ¿cómo? La vida tiene tantos
sufrimientos, no alcanzas a pararte cuando ya estas otra vez perdiendo el
equilibrio.
63 años pasaron ya de mi
nacimiento, ¿en que momento me hice abuelo?… ¡apenas ayer fui padre!
Con cuatro hijos y trece
nietos sigo teniendo ese dolor de estomago que no me deja vivir, ¿será que se
acerca mi final? ¡No quiero morir solo! Soy
el único habitante de mi departamento. yo y mi alma, salvo lucha que viene a
ayudar con los quehaceres tres veces por semana.
Años atrás me había
divorciado. Un matrimonio que además de durar poco, lo suficiente para engendrar
a cuatro criaturas, fue muy tormentoso. Me arruino la vida. De seguro si me
hubiera casado con Juanita no estaría así.
Veterano y solo me
encontraba un buen día que mi hijo el mayor paso a visitarme, raro en ellos ya
que viven de prisa y con tantas ocupaciones. Comemos esporádicamente en
tertulias monologas donde la única expresión la veo a través del reflejo de la
pantalla de sus Tablet o Smartphone. Y así con la mirada hacia abajo, zombis y
en un mundo tan lejano al mío, pasan un rato en mi compañía. La realidad es que por más solo que me sentía
nunca lo estaba, mis hijos y nietos me veían mucho, dos de ellos incluso los
veo por las mañana en el trabajo, me han suplido en el despacho de manera
brillante. Mi carrera como abogado hasta ahora ha sido buena.
Labrando mi provenir desde
muy joven, mi lucha había sido ardua e incansable. Trabajando de sol a sol
había sacado adelante a mis hijos y por qué no decirlo, mantenido a mi ex
mujer. Desde nuestra separación no hemos intercambiado más palabras que para
faltarnos al respeto y amargarles la vida a nuestros hijos, que con tanta
incomodidad decidieron alejarse de ambos. No soltamos, no dejamos ir y no
perdonamos.
La paz, palabra mágica y
significada no conocido por mí, por más logros, planes o aventuras, no llegaba.
Simplemente el hecho de arrepentirme por tantas cosas me daban un malestar
indescriptible. Por maldecir a la vida por los caminos que me había llevado.
Una ceguera colorida y con texturas ambiguas y amorfas que no te permite
distinguir ni gozar, ni mucho menos amar. Agradecer lo vivido y el despertar de
cada mañana no estaba en mi vocabulario ¿cómo estarlo? si en mi diminuta
conciencia, la palabra vivir era meramente respirar, ver y probablemente tocar
y por supuesto esta última sin sentir.
Haz paz con tu vida,
palabras que sin querer agrandaron, no mucho, mi mente. Sentí un espasmo
momentáneo donde algunas texturas comenzaban a tener formas. Las primeras de
ellas mis hijos, los vi en mi mente y creo que por primera vez en una especia cortometraje desde su
nacimiento hasta el día de hoy, los gocé. Ellos eran reales en mi vida y
entendí que no los cambiaría por nada en el mundo. Hable con cada uno de ellos,
y por primera vez me escucharon decir que el que hayan nacido había sido lo
mejor que me había pasado, y claro el haberme casado con su madre, por ende,
había sido la mejor decisión de mi vida… Y así Juanita salió volando de mis
pensamientos como un ángel habiendo cumplido su cometido. Hice las paces con mi
vida, con mi historia. ¡Mala o buena! ¿Qué importa? Al menos ahí estaba,
mirándome frente a un espejo, una realidad oculta por tantos años.
Hice las paces con mi
historia, con mis errores y con mis fracasos. Ellos me habían formado y llevado
a amanecer cada mañana vivo. A seguir trabajando por mí, por ellos. A tenerme y
a tenerlos.
Mi vista había ahora
reconocía colores y texturas nuevas para mí. Como ciego que recobra la vista,
sonreí y suspire. Sentí paz, mi estómago estaba ligero y listo para seguir. Mi
cuerpo pedía más vida y mis ojos más texturas, salir, gozar. Volver a empezar.
¡Haz la paz con tu
historia! Sin ella no fuimos, no somos… nunca seremos.