lunes, 2 de abril de 2018

Ustedes





¿Qué hacías ahí Aislada del resto de la gente? Escondida como si cometieras un delito, imprudente. Siento tu tristeza que pasa volátil por lo que era yo. Te veo, vestida de negro y escondida tras un árbol, odiabas ese color; estas más rubia que antes, tu cabello cuelga hasta tu cintura. El dolor intenso de tus ojos me deslumbra y al igual que el sol nubla mi vista.

Ahora y desde aquí me es más claro y bendigo todos los momentos que pasé a tu lado. No te molestes, pero también bendigo los que no. Esa tarde marcó mi vida allá y ahora señala el camino a seguir aquí. Te agradezco por haberte quedado toda esa tarde ahí, por faltar a tus clases es día y los demás y más aún por venir y seguir ahí parada, alejada del resto de la gente, por ese dolor que sientes; que llega a mi como ráfaga de luz. cada lágrima tuya es un balazo a mi alma que no se perfora, las contiene como marcas que me abarcan todo. No llores, por favor. ¿No ves que estoy bien? No me pierdes quizá ahora me ganas más que antes… más que nunca. Tengo la impresión de que te veré más, viviré en ti cada día que recuerdes esas tardes juntos y sepas que ahora tus memorias no son compartidas, no correrás ya nunca el riesgo de lastimarte al encontrarte conmigo, sabiendo que me debo a otra y a otros. Piensa, siente que estoy en tu mente y corazón. En lo que queda de mi estás, plasmada, pegada. Manchas indelebles que vuelan conmigo. Llegan como descargas eléctricas a mí y se esparcen, remedian mi dolor. Son analgésico para el alma y sedante para el dolor de verte desde aquí sabiendo que para mí ya no hay regreso. Tenme ahí, en ti. Contigo. Tú estás aquí, donde vaya, irás.


Ustedes los vivos creen que todo lo que se hace, goza y sufre se desvanece. También que la mayoría de las situaciones se olvidan y las borra el paso del tiempo. Como si las horas fueran poderosos torrentes de mar, chocando con la superficie, desgastando las rocas. Pues no, no son borradas. Ahora aquí te lo confirmo. Solo no las puedes ver estando en ese plano. Se esconden tras una cortina. Un escudo que nos protege de tantos recuerdos que nos dañan, o nos llenan de un gozo enfermizo. Una barrera que tapa nuestra vista, permitiendo solo mirar hacia el frente, y nunca más hacia atrás; por ningún motivo hacia los lados. Ahora recuerdo todo, una gran muralla labrada de recuerdos y sentimientos. Llena de todo aquello que quedó por detrás y a los lados. Lo que no vi y no escuche. De mis actos vergonzosos que hice y que pretendí olvidar. Todas las palabras salidas de lo que era mi boca que dañaron y todas las palabras de los demás hacia mí, que nunca escuché, más sin embargo existen.