Empezaron como un producto de mi imaginación y ahora Silvia
y Jorge extienden sus brazos para escapar de su cautiverio bidimensional entre
papel y letras. Sacan las manos, se agarran con fuerza de las mías. Tan solo
con tocarnos ellos adquieren la fuerza necesaria. Me usan para salir de entre
las páginas donde los escribí y les di forma. Ya libres, tejen una serie de
hilos invisibles que me dirigen como si fuera una marioneta y durante meses controlan
cada movimiento. Ahora son ellos quienes me obligan a seguir su historia. Esta
máquina invierte los papeles, ya no parezco su creador, ahora mis personajes son
quienes lo controlan todo.
Este mecanismo se activa de forma
inmediata al abrir el manuscrito que los contuvo. Mueven mis dedos a su antojo,
teclean caracteres que forman palabras, frases, situaciones. Intentan lograr su
cometido: Ser personajes entrañables para vivir eternamente. Jorge, disfrazado
de adolescente sin rumbo y Silvia, con esa mirada mustia e inocente esperan
escondidos en las orillas del papel. Quieren que me acerque al ordenador. Están
ansiosos de que lo encienda. Sigilosos, aguardan a que esté listo. Siempre temen
la aparición de distracciones antes de abrir el archivo que habitan. una vez
abierto el documento, echan a andar la máquina. Sabían muy bien que regresaría,
solo esperan un rato libre y están ahí para lograr su cometido: Ser reales. Están
decididos a convertirse en los protagonistas de mi vida. Quieren que me defina
a través de ellos.
Hoy lo veo claro, antes me dejaba
atraer por la vibración hipnótica de un tambor remoto que me hacia regresar y
colocarme en el lugar que ellos habían dispuesto para mí. Al principio se oía
lejano pero después era tan fuerte que no respetaba mi sueño. Me sacaba de la
cama y me llevaba con ellos; era la única forma de callarlo.
Incluso ahora, escribiendo estas líneas y confesando
mi farsa se que están ahí escondidos tras la puerta, asomados mientras mis ojos
están clavados en la pantalla, mofándose, seguros de que siga siendo su
esclavo. Hablan bajo entre ellos y planean su siguiente movimiento. Discuten su
trama, organizan sus viajes por el mundo, eligen a sus compañeros de aventuras.
Mueven los hilos a distancia para nos ser descubiertos. Caminan por mi casa,
corren conmigo por las mañanas y hasta se asoman en mis horas de intimidad.
Lo que ellos no saben es que sus hilos se desgastan conforme
avanza la historia. Como toda vida, ésta inicia y progresa para concluir. Se
aferran a esa máquina a punto de caducar. Están locos y ciegos, se los digo
ahora: ya son reales, lo han logrado. Temen la llegada de Daniel, quien ahora
ocupa un sistema más sofisticado que el de ellos. Se confabulan y ahora son
tres quienes están ahí observando mis pasos, vigilando mis pensamientos. Hay
alguien más, Alina espera sentada, callada y aislada del resto. Lleva un
vestido rojo (¿acaso se volvió negro en el proceso?) y un árbol que le hace
sombra. Insatisfecha por ahora, sabe que será la siguiente protagonista. Intuye
que su historia me hará más daño que la de Silvia, no solo pretende que yo sea
un mentiroso ¡No! Se propone que se me conozca por un loco que intenta hacer
hablar a un muerto. Que reviva los recuerdos de Daniel, que está a punto de ser
enterrado.
¡Muero por conocer a Alina y Daniel!
ResponderBorrarPronto...
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