domingo, 20 de diciembre de 2015

¿Cómo puedo Saber de ti?


Sé que estas, pero no sé cómo.
Sé qué haces, pero no sé que
Sé que vives, pero no sé cómo.
Sé que sales, pero no sé a dónde.
Sé que ríes, pero no sé de qué.
Sé que sueñas, por no sé de qué.
Sé que lloras, pero no sé por qué.
Sé que sientes, pero no sé cómo.
Sé que amas, pero no sé a quién.
Sé que odias, pero no sé por qué.
Sé que hablas, pero no sé con quién.
Sé que vives, sientes, amas, lloras, ríes, sueñas, pero no conmigo.
¿Cómo puedo saber de ti? ¡Muero por saber!




viernes, 11 de diciembre de 2015

Si me Borras a mi, Te borras Tú!

Siempre he visto por él. Como un ángel de la guarda, en cada tropiezo, encontró en mí a un brazo fuerte que lo sacara del hoyo que se había metido…

         Así crecieron Manuel y Adolfo. Hermanos de la misma madre, Manuel era quince años mayor. Desde chico Adolfo vio a su hermano hacia arriba y de todos lados, siendo éste más que un súper héroe en su vida. Una figura de acero con basamento de concreto. Hecho con un molde, que además de extraño, no es fabricado ya más. Desde su adolescencia su hermano menor fue motivo de preocupación, y no siendo su único hermano, éste le causaba un sentimiento especial. Solo bastaba una mirada del niño Adolfo, para que el adolecente Manuel dejara cualquier ocupación, deseo y entretenimiento para correr a atenderlo. Así creció Adolfo con esa gran figura casi paterna, y digo casi por que su padre era un buen señor, pero hasta ahí. Humilde emigrante con poca educación formal y mucha fuerza para trabajar.
Causando envidia con sus hermanos mayores, Adolfo siempre gozó de la sombra abrazadora y protectora de Manuel, y que viniendo de una figura de acero con cimiento de concreto, por más lio que se viera metido, lo sacaría a la velocidad del rayo.
Así los hermanos crecieron. Juntos vieron el crecer de sus familias y el morir de sus padres.
Estos hermanos siempre unidos, con una mecánica repetitiva del mayor estar salvando al menor, se convirtió en costumbre. Adolfo emprendiendo y fracasando y Manuel al pendiente y salvando.   
Una y otra vez, la tercera fue la vencida. Adolfo se hizo importante en su ramo. Su carrera fue exitosa al grado de olvidar quien lo  puso en ese camino, y no nada más eso, sino quien había sido ese brazo que lo había sacado de tantos y tantos descalabros.
Manuel removido de la empresa por su grandioso y poderoso hermano menor. Argumentó que ya era anticuado y nocivo. Olvidó quien en un principio lo metió.
– ¿Se lo digo? ¿Entenderá solo? ¿Cómo se atrevió? ¡Borrarme, así nada más! – Tantas preguntas pasaron por su mente sin ni por un minuto arrepentirse de todo lo que había hecho por él, su integridad se lo impedía.
Adolfo creció a la sombra de Manuel y ahora pretendía bórralo, como si nada hubiera pasado. Ahora la importancia y abundancia que le rodeaba lo hacía pensar que esa sombra que tantas veces lo acobijó, ahora no era más que un lejano recuerdo que se desvanecía se sus pensamientos. Manuel ya no formaba parte de ellos.
Más años pasaron, distanciados uno del otro. El mayor se vio en sus últimos respiros. Borrado de la lista del Adolfo, había pasado muchos años, solo sabiendo de oídas que su hermano llevaba una vida buena y estable. Paso sus últimos años con sentimientos encontrados. Tristeza de haber sido borrado y alegría del bienestar de su hermano.
En su lecho de muerte y rodeado de toda su familia Adolfo se presentó a despedirse. Cabizbajo y apenado se acercó a Manuel, este lo tomó de la mano. ¡Sintió paz! Tenía a su hermano junto a él, después de tantos años. -¡Si me borras a mí, te borras tú!- Le dijo con el poco aliento que le quedaba. Y llorando a lado de su hermano, lo vio morir.
Tatuadas en su mente estaban las últimas palabras de su hermano. No las entendía. – ¿Cómo que si lo borro? ¿Borrarlo de qué? ¡Él tenía sus cosas y yo las mías! ¡Yo no lo borré de ningún lado! ¡Lo extraño!...-pensaba. Los días pasaban y seguían estas palabras como enjambre de abejas en sus pensamientos. No estaba en paz, no se sentía bien. Recordó aquel día años atrás y lloró.
Nunca se detuvo  a pensar que efecto había causado en su hermano, y ahora ya no podía pedir perdón. Lo borró y sin darse cuenta se había borrado a él mismo. – ¡Yo soy lo que él hizo de mí! ¡Yo soy él! ¡Que ingenuo!- Concluyó.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Vida que va muriendo.

El ruido de la ciudad lo mataba. No se daba cuenta pero cada día moría. Poco a poco su vida se consumía con el pasar de los coches y el smog que tanto le molestaba aspirar. Nunca pudo cumplir su sueño. Estancado como pilar de muelle, Rodrigo vivía, o más bien moría cada minuto que respiraba. Sobrevivir la rutina era su lema diario. Desde el sonar de su despertados 6.15 am hasta que apagaba e televisor a las 10.pm, pasaba las horas en la soledad de su vida, misma que se resumía a ir y volver del trabajo.

Trabajar para sobrevivir, solo para poder pasar el día, comprar lo mínimo necesario para techo, ropa y alimento. 



Pasaba el día frente al monitor de una computadora, con su diadema puesta atendiendo llamadas de clientes insatisfechos. Irónicamente como si su insatisfacción no era suficiente. “Al menos ellos tienen un número al que llamar” pensaba, sabiendo que la suya no había línea 1800 para desahogarse. Muerto en Vida… ¡Vida que va muriendo!



A sus 26 años de edad solo contaba con su hermana, sus padres habían muerto antes de su tiempo en un accidente, ellos eran muy pequeños. Al cuidado de su tía Elisa, crecieron hasta que ella sin fuerzas y muy anciana, también dejo de estar en este mundo para pasar a uno mejor, según dijo en su lecho de muerte. Sin contar aun con la mayoría de edad se encontraron solos y con la idea clavada como astilla en el corazón, que al morir irían a un lugar mejor. Vivir muriendo.


Cecilia había logrado graduarse, al igual que su hermano, ambos eran actuarios de profesión. Solo que ella, siguiendo a su novio salió de la jungla de concreto hacia la provincia en busca de un futuro menos gris, mas verde y holgado.

Solo, en esta vida que va muriendo, Rodrigo deambulaba por las calles. Reservado y solitario desde su pequeño departamento caminaba hacia el metro, donde al transbordar dos veces lo dejaría a unas cuantas cuadras de su trabajo, pasando antes a comprar un café, lo tomaba muy dulce, siendo este el único  sabor en su vida que va muriendo.

Sentado en su cubículo su paisaje era ese inmenso reloj al final del pasillo, marcando las 8.00 am. Contestaría la primera llamada incongruente y contradictoria a su vida, o más bien al camino a su muerte. Mirando el reloj cada oportunidad que tenía, solo esperaba que marcara la 13.00 pm para poder salir a tomar su lunch. Una pequeño box que contenía un sándwich de queso y una lata de refresco. Y con 30 largos minutos para ingerirla, 13.30 pm estaría listo para recibir la siguiente queja y registrarla. Pasando los minutos, observados por Rodrigo, si no todos la mayoría de ellos, a la marca de las 16.55 concluiría con sus llamadas para, en los 5 minutos restantes de la jornada, enviar todos sus reportes atendidos. Al terminar, salia dirigiéndose a su casa haciendo exactamente la misma rutina matutina, así que su regreso le resultaba idéntico solo que al revés.

No fue hasta un bien día que conoció a Estela. Tenía el mismo lunch box que él y se disponía a comérselo. Rodrigo no intentó contacto con ella, pues sentía que no tendría ningún interés en él. Y sin la confianza y valor de unir por lo menos tres palabras que hicieran una frase, decidió mejor no decir nada, por más que los ojos de Estela le parecieran como dos perlas, su presencia una luz entre la obscuridad, ademas de mil colores al aburrido gris que su vida captaba siempre. La miró bien, vestía muy primaveral para la temporada de invierno. Un vestido largo y sin magas lleno de flores rojas. Calzaba alpargatas de piel entrelazada, dejando ver casi su pie completo. Cargaba una bolsa de mimbre grande y decorada con una enorme flor de terciopelo azul.

Sin embargo, para Estela era todo diferente. Rodrigo le pareció un tipo como todos los demás, ni guapo ni feo. Su instinto curioso no la dejó irse sin al menos saber quién era y que era lo que hacía.

-M mm siempre el mismo sándwich… ya es hora que lo hagan diferente, ¿no crees?- Rompió el hielo Estela para iniciar una conversación mientras masticaba el inicio de la segunda mitad de su humilde comida.

- E e e ¡Pues sí! El mismo- Contestó  Rodrigo sin tener una postura firme sobre el tema, nunca se lo había cuestionado. Para él, era el medio de solo no tener hambre.

-Pues no sé qué opines, pero para mí ¡esto es una vergüenza! Y no es justo que nos traten así, les damos los mejor de nuestros días. Y si quieres que oigamos esas malditas quejas todo el día con atención, por lo menos que nos den bien de comer. ¡Por cierto me llamo Estela! ¿Tú?

-Yo, opino igual…

-No. ¿Digo que como te llamas?

-A a a Rodrigo.

-¡Mucho gusto Rodrigo! Soy de la sección 5 por si un día quieres venirme a visitar…

Fue muriendo un poco más mientras los días pasaban, por mas ganas que tuviera no encontraba el valor de buscar a Estela. La sección 5 tendría que estar a unos cuantos metros de él, puesto que el formaba parte de la sección 4. No la topó otra vez a la hora de la comida. 

Aunque hacia lo mismo, para él su vida monotona, desde esas breves palabras con Estela, ya no se sentía igual. Sin darse cuenta, y por primera vez, despreció la comida que le dieron, deseando algo mejor. Por tramos dejó de usar el metro para poder caminar y apreciar las calles, sus edificios y camellones, aunque llegara mas tarde a su casa, igual allá nadie ni nada lo esperaba. Se levantaba por las mañanas con otras ganas, y pensaba: ¡Hoy se de seguro la encuentro! Generando una ilusión. Poderosa fuente de energía que, además de eliminar la monocromía de su vida, lo impulsaba a romper esa rutina aburrida y a desear… algo más, algo mejor. En este mundo y no allá.

Ahora y no en un mejor lugar, como dijo su tía en su lecho de muerte. Recordando los ojos de Estela, aseguraba que no había mejor lugar que este, donde estuviera ella. Contradiciendo esa idea clavada que todos los días se moría un poco y cambiándola a que todos los días se vivía un poco. 

Así como lo negro se hace blanco y lo salado se puede convertir en dulce, su vida dio un gran giro. Se levantaba todos los días un poco más temprano para arreglarse un mejor. Se percató que su ropa era anticuada, decidió además de ponerse en forma, tendría que comprar ropa nueva. Un cambio de look completo. Preparado para su encuentro con Estela, que sin fecha agendada y cierta, él estaría preparado viviendo un poco más cada día.

Al pasar del tiempo, el Rodrigo reservado se había convertido en amiguero y excelente conversador. De ser solitario, a diario era incluido en actividades organizadas al término del horario laboral a las que acudía con frecuencia. Descubrió que detrás de esa bebida amarrilla y llena de espuma, además de un sabor refrescante, tenía un imán de amigos al solo sostener la botella en su mano y más de una ocasión, por horas sin darse cuenta, tenía la misma botella vacía. 

No fue hasta una de estas excursiones nocturnas con sus compañeros de trabajo, que decidió preguntar si alguien conocía a Estela, ¡Si la de la sección 5! Sus ojos de perlas hermosas, no los había logrado borrar de su mente y sueños. Seguía siendo su motivo e inspiración del arreglo diario. 

La respuesta fue constante e igual por todos:

¿Estela? ¿Sección 5? ¡De que hablas! No existe tal… ¡Solo hay 4 secciones!


miércoles, 25 de noviembre de 2015

Pienso y me confundo... tengo que arreglarlo!


Ya es tarde. Estos nada mas no avanzan... 

Camina ya! 

Ojalá no llueva. Qué flojera la mojada... 

Cómo se hizo tan tarde si salí con tanto tiempo? 

Vas! Vas! Camina! 

Cayó la primera gota! Ahora sí. Ahí viene el agua. 

Traje paraguas? 
Cómo no lo empaqué? 
Ni modo, un poco de agua no me va a dañar!

Este aparato dice que llego 4:45, uta, qué tarde! Le marco? Lalo es muy puntual, seguro ya llegó. Mejor le marco y le aviso! Ojalá no se desespere! me urge hablar con él. Cómo le sacaré el tema? Hoy tengo que arreglar esto y decirle todo. No estoy de acuerdo con el trato, ya tus cambios de opinión me están matando y perjudican a todos. Es que si tomara una postura de una vez por todas, las cosas serían más fáciles, pero no se anima. Está confundido y cree que lo engañamos. Ojalá me entienda hoy. Si llego, claro! Al menos ya camino un poco mas esto. Una cuadra más y llegamos. Tienes que entender que ya habíamos cerrado el trato y yo tuve gastos. No está bien que te rajes nada más por que ahora sí ya no te latió. Mejor honestamente dímelo y busco la forma de echar todo para atrás. Algo así tengo que tratar con él espero no se moleste.

Ahí esta el Valet Parking, mejor me bajo mis cosas.

A ver dónde anda este cuate, no lo veo! Ahí está... a ver qué pasa.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Yo, Enojado... Por?






Yo enojado? ¿Por qué debería de estarlo? Siendo que me diste la vida, estoy más que agradecido. ¿Por qué tienes esa impresión? ¿Qué te hace pensarlo?!No me digas!... ¿Te sientes culpable por algo? ¡Por favor no lo sientas!, ¡me diste la vida! y gracias a ese pequeño detalle yo he dado vida a alguien más. 

No quiero que te culpes por no haberme cuidado cuando más lo necesitaba, estoy convencido que no podías, se te dificultaba. Estabas muy ocupado pensando en ti, labor de tiempo completo que no acepta particiones. 

No estoy enojado, te insisto. Me diste la vida. Tampoco quiero que pienses que mi supuesto enojo fue por haberme involucrado en tantos problemas, ¿qué más podías hacer? ¿Qué otra opción había? todas las demás puertas ya estaban cerradas. 

¿Cómo podría enojarme contigo? me dista la vida! y con ella valiosas enseñanzas. Aprendí que es mejor abrazar a mis hijos y decirles que los amo. Acostarlos por las noches reiterándoles que nunca permitiré que nada malo les suceda. A conocerlos y entender quiénes son, que piensan y sienten, que temen y que adoran, que desean y aborrecen, que gozan y sufren.

¡A no estar ausente y pensar que solo por haber dado la vida soy padre!

Por esto que aquí escribo, te pido que nunca pienses que vivo enojado, menos contigo que me diste la vida, que sin hacerlo ni planearlo, diste grandes lecciones que nunca olvidaré.



domingo, 25 de octubre de 2015

Y creía que lo sabía todo….


              Todas las verdades se ven desde la cima de la montaña. Es el lugar perfecto de la gente que lo sabe todo. Tener todas las respuestas es un don, mismo que desde las alturas se da de manera natural. Algo sucede con los ecos que bajan, esas ondas sonoras que llegan de las alturas, escuchándose como la verdad más absoluta, ¡irrefutable!
         
            Universidad y escuela muy eficaz, donde se sabe solo al ir subiendo por las laderas y vertientes.
        
         Joven en este alto trono yo creía que lo sabía todo, daba consejos a diestra y siniestra, algunos buenos y muchos malos. Todos mis movimientos resultaban, o más bien creía, serían un jaque mate, aunque solo sea un humilde peón el que desplazaste de su lugar.

         Estas arriba y todo lo tienes, ¡hasta la verdad! La atención de los demás también es parte importante, con ellos ensamblas la escalera que te llevará  al último peldaño.

         Zona endeble que se derrumba fácil, escalera a base de baritas delgadas y frágiles que al menor soplido del viento, vuelan como palomas mensajeras, dejándote allá arriba en un estrecho pico y sin ninguna seguridad. Con un mensaje muy claro ¡No sabía nada!

         ¡Hoy veo lo que ayer no vi!

Todo eso que creía que sabía, resulto que en realidad no lo era, me nublé con la atención de los demás; misma que perdí con rapidez, desenmascarando toda esa realidad alterna creada por el espejismo de la ver las cosas desde la cima.

No hay mejor maestro que la vida, mejor consejero que los años y mejor enseñanza que los tropiezos.


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viernes, 9 de octubre de 2015

Alguien que según no tenía nada.

La  vida que se había idealizado no era la realidad en la que vivía. Sus sueños y metas están tan lejos de realizarse que el día y la noche no le eran suficientes para sentir lastima por el mismo. Retiró todos los espejos de su pequeño cuarto en el que vivía, no soportaba verse a la cara.

Años atrás salió de su lugar natal en búsqueda de un mejor futuro. En un principio y, siendo la novedad de lugar, las cosas no iban tan mal. La gente lo buscaba para oír historias de la gran capital. Querían saber cómo se vivía en una urbe de ese tamaño. 

-¿Dicen que solo de respirar puedes enfermar, es cierto? ¿El tráfico es tan denso como dicen? ¿Qué nadie de camina de noche?- Entre otras eran las muchas preguntas que sus nuevas y flamantes amistades le hacían en cada reunión a la que era invitado.

Como toda novedad el tiempo la convierte en vieja, todo relato contado varias veces se convierte en aburrido, por más intrépido e interesante que pueda ser. Como pez en estanque nuevo, éste causo que las aguas se vean revueltas por un tiempo pero, Cuando estas regresaron a su nivel, su vida se convirtió en monótona y aburrida. La cuidad ya contaba con sus nuevas novedades y de repente sin aviso su vida se tornó solitaria.

Comenzó a cuestionarse por qué en un principio y sin mirar atrás se marchó. Que era lo que tanto le molestaba de su  casa, padres, hermanos y amigos.

Tenía una modesta práctica de medicina que intentó seguir en su nueva morada, con el tiempo este gusto por curar se fue desvaneciendo. Distrayéndose de su vocación y  tratando de hacer negocios de lo que fuera y con quien fuera. Pero el que cura no siempre convence, así que le era muy difícil después de emprender algo lograr mantenerlo. Picar piedra en lugar ajeno le resultó tan pesado como cargarla.

Una tarde de depresión pensó:

“¿Alguien venderá una máquina del tiempo? ¡Quiero borrar un día y de ahí que todo cambie!”.

Fue un grito de ayuda, un aviso que había tocado fondo. Para él ese día que decidió irse había cambiado el rumbo de su destino llevándolo a un callejón sin salida, al menos aparentemente.

Las máquinas del tiempo si están a la mano, pero no la que te lleva al pasado para mejorar tu presente, más bien las que te ayudan a construir  un mejor futuro. Un buen amigo, un reto y tu familia pueden ser algunas de estas partes que la conforman.

¡Animo hermano mío!…Aquí estamos todas esas partes que, uniéndolas de forma correcta, tendrás ese instrumento que te lleve a ese futuro anhelado. 


¡Si crees que no tienes nada te equivocas! Tienes todas las herramientas necesarias para construir esa máquina que algún día pediste y, si en tu proceso algo te falta, levanta la mano y pide ayuda que no faltará quien con inmenso gusto te la brinde.


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viernes, 25 de septiembre de 2015

Un seguro que cubre todos tus sueños….

Una tarde estaba en una cafetería sentado en mi mesa y en mi mundo, así de la nada y de repente me toco un señor la espalda.
        
       -Jovencito tienes cara que requieres un seguro, ¡Verás soy agente de seguros!- Me dijo con mirada firme. No era joven, calculé andaba cerca de los 70 años. Portaba un traje gris Oxford, impecable sin arruga alguna, camisa blanca de cuello corto, moderna y bien entallada. Remataba con una corbata a rayas vino y azul marino entonando perfectamente logrando que todo él se viera armónico y elegante. Al analizarlo bien, efectivamente su aspecto era de vendedor de seguros.

         -Gracias señor, creo que por el momento estoy bien y no requiero nada.- Le respondí inseguro y un poco temeroso, no sabía que intención tenía el elegante y armónico hombre.

         -¿Jovencito le puedo dejar mi tarjeta de presentación? Algún día podrá requerirlo y con gusto lo atenderé, ¡quedo a sus órdenes!- me respondió con su brazo extendido y entre sus dedos una flamante tarjeta blanca con letras en colores rojos, grandes y muy llamativos. A lo que con el afán de concluir el tan espontáneo encuentro, extendí mi mano tomando la tarjeta.

         Minutos después y con mi página aun en blanco, me gano la curiosidad, saque la tarjeta de mí bolsa. Quería saber cómo se llamaba este misterioso caballero elegante, armónico  y bien perfumado que de la nada me había abordado:
                                 
                              LIC. ABELARDO ESQUIVEL VILLAURUTIA
                                            AGENTE DE SEGUROS
                                   “ASEGURO TODOS TUS SUEÑOS”

Al leer esto, mi mente se puso aún más en blanco. Esa tarde me disponía de escribir un tramo más de mi novela. Al no poder articular ni una letra más recargué mi espalda en la silla y cerré lo ojos. Mi mente se fue a otro lugar, al menos en el que físicamente estaba y comenzó a soñar con este caballero…

Quería encontrarlo, Salí corriendo del lugar, busqué y busqué por varias cuadras alrededor del café. Pensé que seguiría abordando futuros asegurados. ¡No podía estar muy lejos!.

         Al verlo  corrí hacia él y al llegar le toqué la espalda a lo que asombrado volteó hacia mí. Me reconoció de inmediato y sonrió.

-Licenciado siempre si requiero de sus servicios, sabe quiero que me asegure mis sueños, ¿puede? ¡Tengo tantos como hojas de ese árbol!- A lo que al suspirar me miró fijamente dejándome petrificado y sin poderme mover me tomó del hombro llevándome de regreso a la cafetería donde me encontró en un principio.

Nos sentamos en la misma mesa, ahí seguían mis cosas nadie las había tomado (recuerden que es un sueño). Cargaba un portafolio negro, muy grande y con dos candados resguardando todos  sus documentos confidenciales. Al abrir su portafolio al estilo “Misión Imposible” sacó una  gran libreta rosa. –La gente tiene muchos sueños- pensé al ver que tardaba en encontrar una página libre. Cuando lo logró, sacó su pluma de la bolsa interna de su saco y me dijo:

-¡Ahora si joven! dígame por favor que sueños desea asegurar, no deje ninguno para poder darle una cotización…- concluyó mirando no más que su libreta, con la pluma recargada en el papel esperando que salga cualquier palabra de mi boca que él pueda escribir, a lo que por unos minutos no logré responder.

    ¡No sabía que pedir! ¡No sabía por dónde empezar! ¡No sabía si empezar!

Salí corriendo buscándolo para asegurar mis sueños, todos ellos, los que pasan por mi mente cuando imagino una vida feliz, cómoda y plena.  Cuando finalmente estaba la persona que me vendería esa tan anhelada póliza que cubriría mis sueños no supe que pedir… o más bien no supe si quería pedir…

¿Pedirías?...


¿Qué pedirías?... 

lunes, 14 de septiembre de 2015

Un viaje algo diferente…

Todo inició con la llegada de un mail de Paypal, con una gran promoción: un teléfono celular Samsung S6 con 30% de descuento. Me venía como traje a la medida, no nada más quería ese aparato, el mío estaba destruido y funcionaba gracias a la providencia… Se me había caído varias veces, así que además de la pantalla rota (por segunda vez) la pila duraba algo así como nada.

Así que después de dos clics (literal), el teléfono ya era mío. Estaba terminando un desayuno y acompañando de algunos amigos, mientras traían la cuenta e intercambiaba algunas ideas hice la compra, fue tan fácil como darle like a algún comentario de Facebook. Minutos más tarde comenzaría la gran travesía. La llegada del mail de confirmación del pedido me emocionó, tanto como comprar mi boleto de avión a esta gran aventura.

El día del abordaje por fin llegó. No había que salir de casa previendo llegar al aeropuerto dos horas antes del despegue, tampoco hay que hacer cola para documentar o batallar en la revisión de seguridad (sacar mi computadora de mi mochila en verdad me molesta, ni hablar de quitarme el cinturón o los zapatos…). Éste se anunció con la llegada de otro tan esperado mail, uniendo a dos grandes, uno el que me vendió el tan anhelado producto, y el otro el que será el encargado de llevarlo por el mundo en esta gran travesía, hasta tener el aparato en mis manos. Con un Tracking number (número de rastreo) te dan de manera gratuita un asiento en primera clase, solo hay que con hacer  clic (esta es solo una vez) y seguir la liga  para que nuestro vuelo inicie. Una vez  el cinturón abrochado, asegurada la mesa de seguridad y el respaldo sin reclinar, ¡Vámonos!     ¡Despegamos!

¡Primera parada Singapur!, el paquete fue recolectado a las 14.21 pm del jueves 20 de agosto, ósea mi futuro teléfono, reloj, cámara y acompañante ya está listo. Dos horas más tarde salió de “la estación origen”  despegamos a toda velocidad, saliendo de un lugar galáctico con un destino aún desconocido para mí. Solo con ver que venía de la estación origen me trasportó a la guerra de las galaxias imaginando por un momento que Han Solo sería el encargado de traerme personalmente mi Galaxy S6 y por qué no, Cheubbaca me ayudaría a configurarlo.

Beijín fue la gran anfitriona de  mi tan esperado paquete, llegó a las 17.16 del viernes 21 de agosto. Con su gran muralla y la Cuidad Prohibida, mi futuro teléfono pasó un gran fin de semana. Ayudándome a imaginar todo lo que haría ese fin de semana, todos los mercados que recorrería y todo las chacharas que compraría. Pero como todo lo que inicia acaba, la travesía por el continente asiático pronto terminaría, acercándose a su destino.

Me relajé un rato, faltaba un largo camino. Sin saber cuál sería su siguiente destino imaginé que ya debería ser en continente americano, así que baje la persiana, recline el asiento y me dispuse a dormir un rato para esperar el anuncio del futuro aterrizaje.

Lunes a las 03.11 a.m. el anuncio de llegada se hizo visible y además por fin supimos el destino: Memphis TN. Sentí un gran alivio ya de estar más cerca de mi tierra, al menos ya en America. Imaginé mi paquete disfrutando de las vista del Rio Misisipi además de tomar un paseo en el Memphis Queen para disfrutar un poco de las vistas, por qué no ya estábamos ahí…

Toluca Mx fue la siguiente parada, llegó a eso de las 18.41 pm del mismo lunes, ¡muy rápido! al parecer nada más perdimos el tiempo viendo que hacer en Memphis. Unas horas después ya había pisado suelo mexicano. Al llegarme la notificación sentí que ya no estaba ni aquí ni allá, me invadía ese mismo sentimiento que nos da el último día de un viaje. Ahora solo a esperar maletas para tocar ese tan anhelado botón verde en aduana y salir a casa… Así que a las 7.11 am del martes marcaba que el paquete estaba disponible para parea ser revisado por aduana ¡uy no… botón rojo! “El que nada debe, nada teme” pensé al ver esto, de seguro solo espulgaran un poco verán que es un inocente teléfono celular, que recorría el mundo entero para llegar a mis manos.

La espera fue larga y desgastante, los minutos eternos y el nervio estaba a todo. Ya sin uñas por morder y todas las tapas de mis plumas destruidas finalmente llegó la gran noticia “Liberación de envíos Internacionales”  eran las 15.41 p.m, esa hora nunca la olvidaré. Las últimas horas había vivido una angustia que me había envejecido años, sin contar la cantidad de plumas mordidas. Después de la tempestad viene la calma, a mi llegó a  esa hora donde sentí un gran alivio al saber que lo peor ya había pasado, ahora solo  esperar a ese miércoles 26 de agosto  a las 14.40, hora que según ellos, el paquete llegaría a mi puerta.

Dormí bien esa noche, puse mi alarma muy temprano para estar listo y arreglado, por ningún motivo podía faltar a la entrega, aunque faltaban horas, pretendía estar ahí a su llegada. No supe que ponerme, si lo recibía en jeans para estar más casual o de plano en un buen pantalón de gabardina para verme más presentable. Había recorrido el mundo entero para estar en mis manos, es lo menos que podría yo hacer.

Naucalpan fue su destino inmediato, arribó a las 8.56 a.m. a la estación local de FedEx. No quise ver más el reloj, pretendía que el tiempo volara y el tan esperado encuentro no se haga más largo. Sin lograrlo revisé por donde estaba y a las 9.58 a.m. ya por fin “En el vehículo de FedEx para su entrega” se dejó ver en la pantalla aliviando todos mis miedos y angustias.

14.35 p.m, en mi oficina. Detuve todas mis obligaciones, pendientes y tareas, corrí a la recepción donde me apoderé del asiento de Paty. Sin ninguna explicación, cuando regresó del “tocador” (como ella le llama al baño) ya su silla estaba ocupada por un desesperado que había recorrido el mundo entero para ese momento, al menos así lo sentí.

En punto de las 14.40 efectivamente un gran hombre, un caballero bien armado con un uniforme de color café y un cinturón resguardando todas sus armas. Caminó hacia mí con una sobre envuelto en papel burbuja. Me llamó por mi nombre haciéndome sentir importante para antes de entregarme el paquete informarme que debía casi 2 mil pesos de impuestos… -Que ahorro ni que la chin…..” pensé al ser informado de semejante cargo y sin tener otra alternativa hice el pago para completar la unión entre mi paquete y yo.

      No lo voy a ocultar fue un gran viaje, una aventura sin precedentes que ocurre todos los días a todas horas y además por todo el Mundo. Es fascinante.

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viernes, 11 de septiembre de 2015

Una tarde de aquellas...

Llegó tarde a su cita, la esperaba el director de recursos humanos de la compañía. Había mandado su currículo a un reclutador de talentos para conseguir ese trabajo soñado, donde podría expresar y aplicar sus habilidades. Como diseñadora textil había cursado sus estudios en la Universidad Autónoma de México.
La esperaba el Lic. Ramírez, pasaban los 15 min de las 5 de la tarde, hora agendada para la cita. Aun así él la recibió, ese currículo era demasiado bueno así que dejó  pasar ese detalle de la puntualidad. La secretaria la llamó, al escuchar su nombre para su asombro se puso de pie, caminó hacia una puerta metálica color verde, en su marco tenía  colgado un pequeño letrero con  una leyenda “Recursos Humanos” y por la parte inferior “Lic. Silvestre Ramírez Guajardo”. Tímidamente entro sosteniendo fuertemente un folder de piel en sus manos, como si su vida entera estuviera ahí dentro, y lo estaba.
La invitó a sentarse, lo cual hizo sin el mas mínimo ruido, sintiéndose muy apenada por el retraso. Observó que el Lic. Ramírez  tenía la mirada clavada en una hoja de papel y sin ni siquiera mirarla comenzó un cuestionario. Comenzó preguntando desde sus estudios hasta su último trabajo.
Al final  la entrevista el Lic. Ramírez cerró con una última pregunta, a la que respondió con entusiasmo, explicándole al Lic. Ramírez que su deseo de trabajar en esa fábrica Textil era tener la oportunidad de aprender y crecer, colaborar con otros diseñadores y que además requería de una percepción económica para poder mantener a su hija de 5 años de edad.
Salió de la Reunión con la incertidumbre si el puesto era de ella o no, antes de ir a su casa paso a la farmacia a comprar un refresco, lo necesitaba tenía la boca seca. Con el Celular en la mano caminó hasta la parada de camión más cercana, no quiso tomar el metro por si la llamaban, no podía darse el lujo de perder señal y no la contacten aminorando su posibilidad de obtener el puesto. En el trayecto a su casa cada túnel la ponía nerviosa, no podía dejar de ver las barras de señal de su aparto móvil. De la nada el camión se detuvo, no entendía por qué, no era el sitio para hacerlo, escuchó al chofer indicar que una llanta se había ponchado, “¡solo eso me faltaba!” gritó, tenía que llegar a su casa antes de las 7 de la noche para estar con su hija, a esa hora la vecina que se ofreció a cuidarla tenía que salir.
Se bajó del camión y cruzo la avenida, caminó hasta la esquina más cercana con  la esperanza que un taxi la recogiera, todos los que pasaban ya llevaban pasaje. Pasaron más de 20 minutos, no tenía ya opción de tomar otro camión, estaba ya lejos para caminar hasta ahí.
El cielo se nublaba y la amenaza de lluvia cada vez era más fuerte. Las nubes se ponían más obscuras y los tronidos hacían su aparición como invitado estelar, lo que la hizo recordar que por la prisa no había llevado su paraguas, “¡solo eso me faltaba!” repitió asumiendo que la ponchadora de llanta no era la única infortuna que tendría esa noche.
Caminó más de dos cuadras, el sentido de los coches iba opuesto a ella, obligándola  a caminar hacia atrás para seguir esperando ver un taxi libre. Empezó a llover leve, “!menos mal¡” pero no termino de hacerlo cuando la lluvia de dejó caer brutalmente empapándola de pies a cabeza. ¡Mi Celular! Pensó sintiendo como el palpitar de su corazón aceleraba su paso, no podía ni mojarse ni mucho menos apagarse, seguía a la espera de esa llamada que le cambiaría la vida. Ante su desesperación comenzó a correr, los tacones no la dejaban avanzar al paso que quería asi que optó por quitarse los zapatos.
Habían pasado más de 20 minutos. El reloj marcaba las 6.33 pm y la lluvia no cedía. Seguía buscando un taxi, no podía creer que no haya al menos uno  libre, “¡en qué momento se le poncho la llanta a ese mugre camión!” Pensó con  desesperación de no poder hacer nada. Sin poder avanzar más y con sus pies muy  lastimados, no le quedo más opción que tomar que sentarse en  banqueta. Empapada y desesperada se soltó a llorar, busco remedio en su celular pero el agua ya lo había silenciado.
La consoló el hecho que para esa hora ya la oficina del Lic. Ramírez estaba cerrada. Esa esperada llamada no sería esa catastrófica tarde.
Sentada en esa banqueta, mojándose permaneció llorando sin saber cuánto tiempo había pasado. Entendió que por más esfuerzos que hiciera, la suerte no la dejaría llegar a tiempo a su casa.

Ver por medio de tus Ojos.

              Sé que muchos escritores han llevado al cine este concepto: Poder ser Tú, estando en otras personas. "Like Father, Like Son", "18 Again", "17 Again" y todos los "Again" que podamos imaginar en todas las circunstancias y todas las edades. Aunque lo repitan mil y un veces, este concepto a mí no deja de fascinarme. 

        Ayer estuve en el salón de clases de mi muchachito. Son muy bonitos, con sus dibujos en las paredes, su casillero enmarcado con un letrero que además de tener su nombre, está su foto, orgulloso y sonriente  resaltando ese sentimiento de pertenencia que desde muy chicos tienen con un "Es Mío" por delante.

Todos Fuimos niños y pasamos por ese mismo salón de tercer año de primaria, ahora lo veo como un pasado muy lejano,  generando no más que algunas imágenes de recuerdos, no muy claras si era tercero de primaria o cualquier otro año.

Al estar ahí  treinta y tantos años más tarde y en otra circunstancia, imaginé si por al menos un día podría regresar. No como yo mismo, más bien viendo por medio de los ojos de mi hijo, siendo él.

Sería lo máximo entender que ve y siente cuando está ahí, sin mí y sin mi protección. Divertirme o sufrir lo que vive en la escuela, en su salón de clases o en el patio. Poder saber cómo es con sus amigos, de qué habla y cómo lo hace. Sentirme niño otra vez por unas horas o minutos. Tener esa libertad que te regala la vida los primeros años, la que más tarde te la arrebata con las responsabilidades y compromisos, dejándola como algo que ahí estuvo y no duró nada.


Ser él aunque sea por una mañana, para amarlo más, para entenderlo mejor.


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sábado, 5 de septiembre de 2015

¡Tu tía manejaba muy bien velocidades!

       En la comida, mi mamá me reveló información importante. Al parecer mi tía manejaba muy bien los coches de velocidades, o mas bien  el coche,  ya que me imagino que  no manejaba varios coches de manera simultánea, ¿No?

     
    Al escuchar semejante revelación aceleré para terminar de  masticar un bocado de pan dulce. Era una oreja "artesanal" (que si realmente fuera "artesanal", en vez de comerla ¿No deberíamos ponerla en una repisa?). Terminé el bocado y al voltear a ver a mi madre tratando de contener la risa, inicié mi interrogatorio.
     
    Quería saber exactamente que cualidad tendría mi tía para ser una buena conductora de velocidades y las respuestas fueron claras:

    "Cuando iba con ella nunca me sentía insegura".

    "Manejaba el clutch como si fuera su tercera pierna".

    "En las subidas no requería de poner el freno de mano para arrancar".

    Después de escuchar todo esto mi conclusión fue:

   "¡Sí mamá! Por supuesto y en efecto mi tía reúne todos los elementos indispensables para ser una gran conductora de velocidades".

viernes, 4 de septiembre de 2015

Todos tenemos el ombligo diferente.


           Las lecciones de vida no necesariamente las aprendemos de los grandes sabios, de las personas mayores o de un buen libro de motivación personal. Estas en su mayoría se nos presentan en la vida cotidiana, podría decir que están en el aire que respiramos, en las calles que caminamos y en la gente que frecuentamos. Su presentación es variable, pueden venir envueltas en un gesto, enmarcadas en un comentario o el la envoltura de lujo: una buena o mala acción de alguien. Su efecto puede ser desde alegrar o amargar un momento hasta cambiar el rumbo de vida de una o varias personas, ¿Grueso no? Por eso hay que estar al pendiente y tener cuidado de los que decimos o hacemos, no sabemos lo que los demás podrán percibir de nosotros y si los estamos beneficiando o afectando. 

        Hace unos días en una fiesta infantil, después de mojarse y al cambiarse de ropa los niños, uno de ellos avergonzado se quitaba la playera alejado de sus compañeros, tapándose con ambas manos su ombligo. El pequeño de 6 años, al tener ambas manos ocupadas, se le dificultaba sacar su ropa de su mochila. Me acerque para ayudarlo.

              -¿Qué onda pequeño, por que te tapas el ombligo? le pregunté tratando de ser su amigo y no el Papá de su amigo. 
          
              -Me tapo por que mi ombligo es diferente al de los demás- Me contestó con algo de vergüenza en su carita, sin mover las manos de su ombligo y con dos chamaquitos curiosos a lado, a lo que tomando 2 cojines a manera de casita, logré aislarlo para que se sienta cómodo.

                 -Hijo, no te preocupes por eso, no todos tenemos el ombligo igual... Mira el mio también esta salido...- le respondí mostrando mi ombligo a lo que sonrió y me mostró el suyo, sin ver nada de particular, llamé a los pequeños curiosos que seguían ahí parados como reporteros buscando una buena nota, y les pedí que saquen el ombligo al aire fresco.

           Ese día tuve la suerte de percatarme que alguien requería de algo, y sin importar qué, logré que olvide su incomodidad, se sienta seguro de si mismo y que aprenda cada uno de nosotros somos distintos y tenemos necesidades diferentes, así como ombligos... dudo que hayan varios iguales.  Sin querer ambos aprendimos una gran lección.

Lo único malo de todo esto, fue el reclamo de mi Psicóloga "Me estas quitando futuros clientes". 
   



jueves, 3 de septiembre de 2015

Gran Lluvia...

  Cada año olvidamos que llueve  fuerte en la ciudad.


      Cuando cada año termina temporada de lluvias, y al paso de las tardes secas en la cuidad, pareciera que nunca cayó ni media gota de agua.
        
         Al paso de estos días secos, con el caer de las hojas de los arboles, comienza el otoño. Luego y sin darnos cuenta llega el fin de año. Con sus festejos y buenos deseos llegan y se van los  primeros meses. Sin ver ni como ni donde, la Semana Santa asoma su frente por la ventana, con sus buenas y bien merecidas vacaciones después de 3 meses de arduo trabajo sin descanso. Con la llegada del verano  y esas tan esperadas vacaciones "grandes" comienzan algunas nubes a ponerse grises, amenazando con llover uno que otro día.
      
        Con el verano poco antes de despedirse cae la primera tromba. !Ahí nos volvemos locos! ese momento en que el cielo se pone mas gris que antes y las gotas que caen del cielo se tornan mas gruesas y constantes, provocan que los limpiadores del parabrisas trabajen a marchas forzadas, quemando todas esas calorías que guardaron durante esos meses secos, que solo se le solicitó cuando el polvo no permitía visión. Será que los conductores nos trastornamos el ver ese movimiento veloz? convirtiéndonos en una especia de "zombie" que no se mueve ni para atrás ni para adelante, y eso ni hablas de un lado a otro.  O simplemente nos asusta caer tanta agua junta que sentimos que el coche en cualquier momento comenzará a flotar.

       No se si les pasa, pero a mi cada año igual. Una lluvia fuerte, al menos la primera donde las calles y avenidas  dejan de serlo, se convierten en gigantes estacionamientos, solo que con los coches encendidos y los conductores adentro sin desear estar ahí. 

       Lo único bueno es que al paso de las tardes lluviosas, vamos aprendiendo y mejorando tomando precauciones, para olvidar todo y el siguiente año volver a empezar...

   

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Una introducción chica...

Este Blog es un intento de escribir mejor. 

Ideas, conceptos y expresiones, o lo que sea. Vivencias y aprendizajes expresadas en palabras y narradas lo mas detalladas posible.

Se reciben ayudas y comentarios para un intento de escritor "On the Making"

martes, 1 de septiembre de 2015

Mis 42.2 y La Vida

  Las metas no se cruzan al terminar lo que empezaste ese día, va mucho más atrás de eso. Un buen inicio puede solo la pretensión  de alcanzarlas, otro la continuación o culminación de un trabajo hecho que su recompensa será cruzar.

      Podría decir que cuando me inscribí al Maratón de la Ciudad de México, 7 meses previos al evento, que ese sería el inicio, pero en mi caso va mucho, mucho más atrás. Esta es la 9na  vez que tengo la satisfacción de cruzar esta meta del maratón, además de un sin número de eventos deportivos en diferentes partes. Aclaro que mi intención no es presumir… bueno alomejor  si un poco. Tal vez se preguntan, por qué si este cuate ha cruzado tantas y tantas veces la meta, ¿porque no plasmo estas palabras antes?, ¿qué tiene de particular este maratón que los demás no tienen? la respuesta no la sé, con dolor de piernas y un poco de tiempo, decidí sentarme enfrente de mi “Surface” para escribirlas. Además que por estas fechas ando en esto de las letras, bueno esa es otra historia y otra meta que algún día cruzaré y de seguro también escribiré al respecto, por ahora no me quiero desviar de tema en cuestión.


      Desde que inicié en esto de las carreras, se convirtieron una distracción en mi vida, familiar y laboral, ayudando un poco a aliviar ciertas tensiones del diario con el nerviosismo que genera tener un evento de este tipo. Desde que te decides o te inscribes comienza una matadora cuenta regresiva aumentando la tensión día  a día hasta la fecha del vencimiento, y para colmo de algo impuesto por uno mismo ¿Qué necesidad? Esta pregunta pasa por mi mente cada vez que me encuentro en la fase más dura de las competencias, acompañada de un ¡Ahora si ya no vuelvo a ponerme en esta situación! Situación, en su mayoría, si no es que en todas las veces, se refiere a sufrir, ¿Por qué Sufrir? ¿Que la vida per se no trae por si misma sufrimiento?, tenemos que además ponerle de nuestra propia mano y para colmo en una actividad que su naturaleza es recreativa (Hablando del deporte amateur) ósea por el gusto de hacerlo. 

¿Gusto=Sufrimiento? Creo que para las 30 mil almas que nos encontrábamos corriendo por las calles y avenida de la ciudad !Lo Fue! Ya que no solo corres esa cantidad monstruosa de kilómetros, también hay meses de preparación previa donde pasas un gran número de horas corriendo, girando toda tu vida social alrededor de tu entrenamiento. 

      Aun no termino… falta el mero día, la desmañanada ese domingo para llegar a tiempo a la salida oficial del evento, la tensión de poder encontrar un baño por si te gana el nervio y una vez terminado todo el relajo que es salir, donde se camina y mucho además de sufrir un buen embotellamiento  y demás molestias cuando lo único que quieres es llegar a tu casa para meterte a la regadera con agua muy caliente.

      Es increíble, y con algo de experiencia lo digo, ¡como tanta tensión y sufrimiento pueden borrarse solo al cruzar una línea!, así de simple, una marca en el piso que separa el sufrir del gozar, como si mandaras todos esos archivos a la papelera de reciclaje, dejando únicamente los recuerdos de lo todo aquello que vimos que nos causó emoción.

¿No debería ser así la Vida?... Recordar siempre las satisfacciones y mandar a la “Papelera de Reciclaje” todas las molestias, incomodidades y dolores que sufrimos para llegar a ellas.


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